
SINOPSIS: Guille es un niño introvertido con una sonrisa permanente, y es un lector empedernido con mucha imaginación. Solo tiene una amiga. Hasta aquí, todo en orden. Pero tras esta máscara de tranquilidad se esconde un mundo fragilísimo, como un castillo de naipes, con un misterio por resolver. El rompecabezas lo configuran un padre en crisis, una madre ausente, una profesora intrigada y una psicóloga que intenta armar el puzle que está en el fondo. Una novela coral que respira sentimiento, ternura, vacíos, palabras no pronunciadas y un misterio sobrecogedor.
Tenía muchas ganas de leer alguna novela de este autor, y en cuanto supe de Un hijo, me decidí a darle una oportunidad. La experiencia no puede haber sido más positiva. Un hijo es una novela que me ha sacudido por dentro, desde la primera hasta la última página. Y esto no es fácil.
Hay libros que pasan sin pena ni gloria por tus manos, otros que te gustan, aunque los olvidas con facilidad y, los menos, son los que te estremecen porque llegan al corazón y finalmente ocupan un lugar especial en tus estanterías. Así ha pasado con Un hijo, es de esas novelas redondas que te inspiran ternura y no deseas que nunca acabe por lo mucho que has disfrutado con la historia. Y es que Guille es Un hijo que es mucho hijo.
Guille es un niño con una hipersensibilidad sorprendente, que de mayor quiere ser Mary Poppins. Lo llamativo es que no quiere ser como Mary Poppins, sino que quiere ser ella. Este es su único propósito. Es aquí cuando surgen los primeros indicios de que Guille oculta algo tras esa sonrisa de niño feliz. Al igual que Mary Poppins, un personaje de ficción, Guille desea poder tener ese don que tiene ella para solucionar algunos problemas.
Esta es una lectura que he compartido con mi hijo, una novela con la que ambos nos hemos emocionado y que después hemos comentado. A ambos nos ha durado un suspiro. Tanto a mi hijo como a mí nos ha gustado esa visión que tiene el autor de este niño tan particular, así como los dibujos que le hace a la orientadora y que resultan tan reveladores en la trama. Creo que los dibujos que hay en esta novela están hechos por un niño de nueve años, un detalle más para que te acerques a esta historia. Esto puede dar una idea de lo mucho que se ha cuidado esta edición.
Por otra parte, hay un tema que me ha tocado especialmente, y es que como adulta, a veces he experimentado esa impotencia que sienten los más pequeños cuando no se les escucha. Siempre me ha parecido una injusticia. Y ya no solo me refiero a Guille, sino también a su amiga Naiza. A veces actuamos más en nuestro propio beneficio, aunque pensemos que lo estamos haciendo por el bien de los más pequeños, y ni siquiera tenemos en cuenta su criterio. Quizás haya alguien que considere que los niños no merecen ser tenidos en cuenta. Yo no soy de esa opinión. Y en esta novela advertimos que son muchos los niños a los que se les silencia.
Me gustaría comentar también la prosa de este autor. Me ha enamorado y ha sido capaz de transmitirme una infinidad de sentimientos. Esas son las novelas que más me gustan, las que me emocionan. Y ese final, ese final es de los que te hacen reflexionar, es de los que te deja un nudo en la garganta y de los que no puedes olvidar tan fácilmente.
Resumiendo, hay lecturas que pueden parecer pequeñas, pero nada más lejos de la realidad, son grandes historias. Una vez que he terminado de leerla, no tengo claro si esta novela es juvenil, de adultos o para niños, aunque sí que tengo claro que es una historia que puede leer cualquiera. Y ahí está lo extraordinario de esas lecturas que parecen que van dirigidas a un sector muy particular.