
SINOPSIS: La antigua prodigio del piano Nastya Kashnikov solo quiere dos cosas: terminar el instituto sin que nadie conozca su pasado y conseguir que el chico que se lo arrebató todo -su identidad, su espíritu, sus ganas de vivir- pague por lo que hizo.Esta es de ese tipo de reseñas que me resultan difíciles de escribir, y más cuando hace ya un tiempo que leí el libro. He meditado mucho en si debía hacerla o no, pero como podéis apreciar, al final me he decidido por expresar mi humilde opinión.La historia de Josh Bennett no es ningún secreto. Cada persona a la que ha amado ha sido arrancada de su vida, y a los diecisiete años no le queda nadie. Ahora lo único que quiere es estar solo. Y parece que la gente comprende que no necesita compañía. Todos excepto Nastya, la misteriosa chica nueva del instituto, que poco a poco irá acercándose a él. Pero cuanto más llega a conocerla Josh, mayor es el enigma. A medida que su relación se intensifica, las preguntas sin respuesta salen a la luz y él comienza a preguntarse si alguna vez sabrá quién es Nastya en realidad, o incluso si quiere descubrirlo.El mar de la Tranquilidad es una historia profunda y emotiva sobre el milagro de las segundas oportunidades.
Mentiría si dijera que esta obra me ha gustado, porque no ha sido así, me ha parecido aburrida, lenta, repetitiva, y lo más preocupante es que no he podido empatizar con la protagonista. Quizás iba con las expectativas muy altas dadas las reseñas tan positivas que había leído en los diferentes blogs que sigo. Pensé que el problema podía estar en mí. Intenté saborear con calma la historia, probé a dejar un tiempo entre la primera vez y la segunda vez que le daba una oportunidad, porque unas veces estoy más receptiva que otras para leer según qué historias, pero no, en ningún momento esta novela me ha llegado a enamorar. La verdad, me he esforzado por conectar, pero el resultado final ha sido decepcionante.
La novela está contada desde dos puntos de vista, uno el de Nastya, una joven promesa del piano que ve truncada su carrera cuando sufre una agresión brutal. Odia su mano izquierda, esa que no le permite ser la pianista que fue en otro tiempo. Nastya se refugia en casa de una tía huyendo de la chica que fue en el pasado. También ha decidido no hablar; lo que no puede expresar con la música tampoco lo puede decir con las palabras. El dolor que siente es tan grande que solo puede mitigarlo cuando corre todas las tardes.
Por otro lado tenemos a Josh, un chico que ha perdido a toda su familia. Vive solo en una casa que le trae todos los recuerdos de aquellos a quienes más amaba. Su único consuelo es la carpintería. Como Nastya, prefiere la soledad, aunque por diferentes motivos. Él tiene miedo de perder a alguien más, de tener que despedirlo como ya hiciera con sus padres y su hermana. Y es en este dolor donde se encuentran, donde cada uno puede abrirse al otro sin temor. Poco a poco van saliendo esos secretos a la luz y encuentran en el otro una tabla de salvación.
A priori, esta historia tenía todos los ingredientes para que llegara a enamorarme, pero le ha faltado tensión y fuerza. No es por falta de acción, es por falta de empatía con esta obra. Podía haber dado mucho más de sí sin ser tan repetitiva. Puede que no me haya llegado por el lenguaje que pretende ser poético y que a mí, particularmente, me resulta cargante y aburrido. Desde mi punto de vista, le falta algo tan importante como el pulso narrativo, no me llegó a las entrañas, ni me removió nada por dentro. Me dejó más bien fría.
Otro aspecto que me gustaría comentar es que creo que la traducción se podría haber pulido un poco más, no solo por las erratas (que soy la primera en reconocer que las cometo), también por algunas frases mal traducidas o literales del inglés. Es una pena.
En fin, que esta es una novela que me ha costado terminar y que por más oportunidades que le he dado no me ha gustado. Siento ser una nota discordante en la blogosfera con respecto a esta historia. Para gustos los colores.