
Cereza Sullivan vive sola con su padre, el dueño de la perrera del barrio. Cereza es una devoradora de libros, aunque no se le dan tan bien las personas. En clase se siente insignificante, hasta que encuentra a Guinda, un perro abandonado que le dará la fuerza para enfrentarse a sus miedos, aunque le ha provocado uno aún mayor: ¿vendrá algún día el dueño de Guinda a reclamarlo?
Hoy os traigo una pequeña reseña, tan pequeña como pequeño es el libro. Nuevamente caigo rendido al arte de este genio de la imagen, y también de la prosa.
Es muy difícil hacer una reseña de un libro ilustrado y con tan pocas páginas, pero lo que os puedo contar es lo que he experimentado al comparar las ilustraciones con el texto que hay en él. Cereza es una joven algo retraída, cuyo padre, dueño de la perrera, encuentra a un precioso perro SharPei al que llamará Guinda. Ella consigue gracias al perro lo que nunca antes hubiera imaginado: salir de su introversión, para poder sociabilizarse con la gente.
La cuestión es: ¿Conseguirá quedarse con su nuevo amigo Guinda?
Creo que esta historia es un muy buen punto de partida para un público lector de temprana edad. Benjamín adapta el texto y la ilustración de una forma maestra. Abandona relativamente ese halo oscuro que caracteriza a sus imágenes, para dotar a la historia de ese aire dulce y melancólico que precisa.
La tristeza del personaje y su introversión , son el contrapunto a la belleza del texto y de las imágenes.
Cereza y Guinda, no sólo es bajo mi parecer una de las primeras historias de este genio, sino que sabe adaptarse a las circunstancias, haciendo de esta pequeña historia, una gran obra de arte digna de los paladares infantiles más exquisitos.