
SINOPSIS: Regresa Nathan, protagonista de El lado oscuro, el extraordinario thriller de terror, suspenso y magia que ha atrapado a miles de lectores. En esta secuela volvemos a encontrarnos con Nathan, un chico que fue criado en el seno de una familia de benevolentes brujas blancas, pero es rechazado por los demás brujos blancos debido a que su padre fue Marcus, el brujo negro más temido de todos los tiempos. En esta ocasión el protagonista debe seguir huyendo, sólo que ahora es más consciente de los poderes que posee y de la forma de utilizarlos para sobrevivir. A lo largo de estas páginas lo vemos tratando de encontrar a su amigo Gabriel y rescatar a Annalise, quienes son sus únicos aliados.
Dicen que segundas partes no fueron buenas. Con esta novela no se cumple esta máxima. Si la primera parte me gustó mucho, esta entrega pone el listón muy alto. La novela de fantasía sigue siendo uno de los géneros con los que más disfruto.
El lado salvaje me sigue pareciendo una de las mejores trilogías que se están publicando ahora mismo. Tiene todos los elementos que busco en una historia juvenil: frescura, originalidad, magia, escenas de acción cuando corresponden, unos protagonistas bien perfilados, pero sobre todo busco que me sorprenda y que me emocione.
Nathan ya ha recibido sus tres regalos por su décimo séptimo cumpleaños. Ahora tiene que empezar a familiarizarse con su don y a no rechazar lo que es. En Nathan advertimos con claridad que todos tenemos una dualidad, un lado oscuro y un lado luminoso, y que a veces, según las circunstancias que nos toquen, nos dejamos llevar por uno u otro lado. Al igual que en la primera novela, en esta entrega queda claro que no hay ni buenos ni malos.
Al lado de Nathan estará su inseparable amigo Gabriel, fiel y leal como ningún otro personaje. Desde ya me declaro fan de él, un secundario roba escenas que va cogiendo cada vez más peso a medida que va transcurriendo la historia. Se merece una saga él solo, y no es que Nathan no me guste, no es eso, es que Gabriel tiene una personalidad arrolladora. También conoceremos algo más a Marcus, el padre de Nathan, y por qué actúa como lo hace. Es un personaje misterioso, oscuro, muy claro con sus ideales, sin medias tintas, con muchas aristas, y esto es precisamente lo que atrae de él. Me gustaría destacar a Annalise, la chica de la que está enamorada Nathan. Annalise es una bruja blanca, con una visión muy corta de lo que es el bien y el mal. Si la tuviera que definir con un adjetivo sería el de pavisosa.
Ya desde la primera entrega advertimos esa lucha entre el bien y el mal, los brujos blancos y los brujos negros, una lucha sin cuartel que se remonta a siglos atrás. Nathan es un mestizo y desde pequeño es rechazado por la comunidad de brujos blancos. A pesar de que los brujos blancos defiendan la verdad y la buena práctica de la magia, me siguen pareciendo mucho más crueles que los brujos negros. La caza hacia estos es implacable e incluso me parece injustificada, como es el caso de Nathan.
Es cierto que la primera parte de la novela es algo lenta y parece que no sucede nada. Sin embargo, hay un momento en la historia pega un subidón tan alto que no puedes parar de leer. Y el final, ¡qué decir de ese final! Espero con ansia la tercera parte, como deseo que esté a la altura de las dos anteriores novelas.